Este es uno de los conceptos más difíciles. ¡Ayúdate de los dibujos! Teniendo en cuenta la anatomía del corazón, podemos dividirlo casi en dos corazones distintos: el corazón derecho (aurícula y ventrículo derechos) y el corazón izquierdo (aurícula y ventrículos izquierdos).
Las válvulas que separan la aurícula y el ventrículo de un mismo lado actúan como compuertas. Cuando la presión en la aurícula izquierda es muy alta porque se ha llenado de sangre, la compuerta se abre y la sangre cae al ventrículo izquierdo, para ser, con el mismo mecanismo, bombeada hacia la aorta a través de la válvula aórtica. ¿Y por qué no regresa hacia la aurícula cuando sube la presión en el ventrículo? Pues porque la compuerta esta especialmente diseñada para que solo se abra en una dirección. Por mucha presión que haya en el ventrículo la válvula aurículo-ventricular (comunica la aurícula con el ventrículo: en la izquierda se le llama válvula mitral, en la derecha válvula tricúspide) jamás se abrirá porque anatómicamente no puede. De ese modo se garantiza que el flujo de sangre sea en la dirección correcta.
Como decíamos podemos distinguir el corazón derecho y el corazón izquierdo. En cada lado, la sangre que llega a la aurícula derecha (podríamos decir que es la recepción de un hotel) pasa al ventrículo derecho (el ascensor). Lo mismo pasa en el lado izquierdo. Las aurículas tienen poco músculo porque su función es solo de recibir sangre, no necesitan bombear fuerte puesto que solo deben mandarla a sus vecinos ventrículos. Los ventrículos en cambio son densamente musculosos, puesto que mandan sangre a mucha distancia (piernas, brazos, pulmones…).
Una vez tenemos claras estas ideas podemos entrar a entender el ciclo cardíaco. No te preocupes si cuesta al principio, es muy difícil. Antes de nada una pequeña aclaración: el ciclo cardíaco se puede dividir en 2 fases: diástole o fase de llenado (el corazón se llena de sangre) y sístole o fase de eyección (el corazón expulsa con fuerza la sangre).
El corazón derecho recibe sangre de todo el cuerpo (brazos, piernas, abdomen, cráneo…) transportada por la vena cava, mientras que el izquierdo solo recibe sangre de los pulmones a través de las venas pulmonares. Por otro lado, el corazón derecho bombea la sangre hacia los pulmones, a través de la arteria pulmonar, mientras que el corazón izquierdo lo bombea a todo el resto del cuerpo a través de la aorta. ¿Puedes imaginar cual tendrá más músculo?
Difícil de entender, ¿verdad? Probemos así. Imagínate que eres un hematíe, también llamado eritrocito o glóbulo rojo. En tu interior llevas un imán que llamamos hemoglobina, diseñado para capturar hierro y oxígeno, pero esto es para otro día. Ahora mismo te encuentras en las venas de la pierna de Alfonso, un vecino de Conil de la Frontera. Has soltado tu oxígeno para que los músculos de la pierna de Alfonso puedan hacer su función, y ahora vas subiendo por las venas hasta que llegas al abdomen. Allí desembocas en una enorme tubería, la vena cava, que te sube hasta una cavidad que ya conocemos: la aurícula derecha del corazón. Allí esperas un rato hasta que la presión hace que se abra la válvula tricúspide, y caes por gravedad al ventrículo derecho. Notas como se contraen las paredes del músculo y sales disparado por la arteria pulmonar. Efectivamente, has llegado al pulmón. ¿Por qué? ¡Porque no tienes oxígeno, lo soltaste en los tejidos para que pudieran funcionar! En el pulmón coges todo el oxígeno que puedes cuando Alfonso respira, y una vez ya cargado, circulas hacia las venas pulmonares. Estas te sueltan en la aurícula izquierda, de aquí al ventrículo izquierdo, y de aquí, a enorme velocidad, por la aorta. Ahora estás cargado de oxígeno y preparado para soltarlo en los órganos que lo necesiten. Una vez lo has soltado vuelves a ser recogido por las venas, que desembocan en la vena cava, y así infinitamente. Un circuito perfecto.
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